Se presentó ayer en la Feria del Libro de Cádiz Abecedario (Ed. Torremozas, 2013), el primer libro de poemas de la portuense María Jesús Ruiz Ribau. Actuó como presentador el escritor Manuel J. Ruiz Torres, autor también del prólogo de este poemario. Si emotivos, en su sencillez y rotunda honradez, son los poemas de este gran libro, aún más conmovedores quedaron con el conseguido diálogo musical que realizó con ellos el pianista Leo Algaba. Interpretó una mayoría de creaciones musicales propias, junto a alguna espléndida versión personal de clásicos como el bolero "Sabor a mí", transmitiéndonos la empatía con la que se reconoce en estos poemas. Como dijo en el coloquio al finalizar la lectura, a Leo Algaba le gusta la poesía de María Jesús Ruiz por su lenguaje sencillo, del pueblo, por la naturalidad con el que cuenta sentimientos que también nos importan y suceden a la mayoría. Esta presentación ha supuesto, para quienes no lo conocíamos, descubrir también la veracidad y la franqueza de su música. La conexión entre poesía y música que ambos lograron engrandeció enormemente esta presentación.
Leo Algaba, al piano, y María Jesús Ruiz, leyendo uno de sus poemas
Transcribo a continuación la presentación que de Abecedario hizo Manuel J. Ruiz Torres:
El abecedario es como llamó el latín tardío al
alfabeto griego, y antes aún al fenicio. Representan, en símbolos, un mundo
finito y ordenado. Nombra, en todos los idiomas, las primeras letras. En el
original fenicio, esas dos primeras letras significaban “buey” y “casa”. Es
decir, alimento –y, en vida, la forma de obtenerlo- y hogar, refugio. Si
simplificamos el universo, la vida se reduce a continuarla de la forma más
segura posible. Afortunadamente, llegaron los artistas que pintaron las cuevas
–es decir, los hogares- de formas que invocaban el alma de los animales, y la
fortuna de cazarlos. Y esas almas necesitaron dioses que las protegieran. Y,
muchos milenios después, esas imágenes se hicieron poesía para intentar
explicarnos el alma. Hay que decir, que en toda esta evolución, algunas mujeres
y hombres siguen sin salir de las dos primeras letras, y su mundo aún se reduce
al buey que los alimenta y a la casa que los cobija. Otras, y algún otro
incluso, precisaron ampliar el abecedario porque el alma les creció tanto que
necesitaban muchas explicaciones para que las entendiéramos en sus necesidades.
Hoy estoy muy contento de poder presentar el primer
libro de María Jesús Ruiz, que pertenece a esa estirpe de las que no se
conformaron con las dos primeras letras para explicarse su vida y sus
esperanzas. Es su primer libro pero no se confundan, no es un libro primerizo.
Ha tenido el buen juicio de madurar antes como persona, y de paso como poeta,
para ofrecernos ya una propuesta bien seria. Analizo su libro en el prólogo. En
una primera lectura parece un poemario de metapoesía, es decir un ejercicio de
mirarse dentro de la propia necesidad de escribir lo que nos pasa. Pero sería
simplificar demasiado. Fue Octavio Paz quien señalaba que la metapoesia se
convierte, en realidad, en una reflexión sobre las limitaciones del lenguaje.
Es decir, de la comunicación. Y eso es, justamente, lo contrario a un mero
juego de espejos donde no dejamos de mirarnos a nosotros mismos. Cualquiera
habla, o escribe si publica, para los demás. Se explica, siente la necesidad de
explicarse.
Digo en el prólogo: “El Abecedario
que titula el libro es su particular dios de la poesía, quien juega con las
letras para convertirlas en emociones. Ese ejercicio de prestidigitación se
convierte en magia cuando está dotado de alma.
La poesía se transforma también en hogar, en compañera, en confidente,
cuando nos reconocemos en su necesidad. Del valor de ambas aportaciones trata
el armazón de este libro. Cuando los poemas hablan de su propia condición
literaria no son un ejercicio de metapoesía teórica, sino una profundización en
el espíritu de las palabras como, en el pasado, algunos médicos diseccionaban
los cuerpos buscando el órgano que alojaba el alma. Cuando, en otros, los poemas son refugio,
alimento, agua, lumbre, son, sobre todo, nombres de la felicidad, de la
plenitud. Si la poesía, más que como lenguaje como actitud, es el armazón del
libro, este edificio se abre al mundo a través de grandes ventanales tintados.
Las vistas del mundo, la especie, la vida, el ser humano en sus múltiples
incoherencias, generosidades y traiciones le producen amor y descreimiento a la
vez. No evade sus propias contradicciones, sino que las aprende y apresa para
crecer y mejorarse en lo que de personal recorrido iniciático tiene también
este libro.”
Recomiendo hacer la primera lectura de este libro de una
vez, no perderse la hilazón ni la organización (al cabo eso es un abecedario,
códigos ordenados) con la que nos presenta su mundo. Después podremos disfrutar
de las gemas una a una, apreciar su belleza única. Pero, antes, el libro se
merece crecer en su parsimonia, en su comedimiento. En el prólogo utilizo la
figura del glaciar como metáfora de la vida que se abre su camino. Pero esa
agua congelada, si vivida con emoción siempre crecida en su volumen, arrastra
también piedras, areniscas, pequeños o grandes sinsabores, alegrías también,
que son las que abrasan lo que se encuentran, las que marcan las rocas con
estrías como señales de su paso. De esas rayaduras que la vida deja hablan
también estos poemas de María Jesús Ruiz. Si siguen su cauce, verán que hasta
el hielo que ha resistido las últimas glaciaciones llega a derretirse. ¿Tienen
final los libros de poesía? En Abecedario,
el libro que están a punto de conocer, el lenguaje, ya ordenado, termina como
útil para hablar de amor, de humanidad y de valentía. Es la particular
conclusión de este hermoso libro. Que la poesía, en su humildad, nos acompaña
siempre en esos retos que tanto necesitamos.
El libro Abecedario puede conseguirse en el puesto que la librería "Manuel de Falla" tiene abierto en la Fería del Libro de Cádiz (Baluarte de la Candelaria), del 9 al 18 de mayo. Después de esa fecha, en la misma librería, en la plaza Mina de Cádiz.
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