Ya se ha visto el sentido
estafador de la voluntad popular con la que la Ley D´Hondt hace las cuentas electorales. En Galicia, el
Partido Popular sólo ha ganado unas elecciones periféricas con esas cuentas
trucadas. Es una completa desvergüenza convertir la pérdida de 135.000 de sus votantes
en un apoyo mayoritario en el resto del Estado a la política de recortes e
incumplimientos. Y, sin embargo, la casi completa totalidad de comentaristas al
servicio del Ministerio del Reich para la Ilustración y Propaganda (Reichsministerium
für Volksaufklärung und Propaganda), ocultan ese rechazo de uno de cada
cinco de sus antiguos votantes, y enseñan los dientes de su reparto del botín
de votos para justificar que las próximas cuchilladas las estamos pidiendo, la
mayoría, a gritos de satisfacción masoquista. Discurso que se completa con el
del derrumbe cierto del Partido Socialista, que alguna vez tendrá que jubilar
del todo políticas y personas (en Madrid, como en Cádiz) que les han llevado a
perder la credibilidad. Cuando tu electorado no te vota, estando en la oposición,
es porque no te cree. Y, teniendo el modelo griego de unidad de su izquierda, que
aparezca una Sýriza española que proponga soluciones menos comprensivas con el
capitalismo, sería ahora una posibilidad más real de ese sorpasso que Anguita preconizó en los noventa.
He jugado un poco con un
simulador de la Ley D´Hondt. Con algunos resultados curiosos. Sin los votos de
los partidos que no han obtenido representación, el reparto daría al PP dos
diputados menos y al Partido Socialista uno menos; mientras que Alternativa
Galega de Esquerda (AGE) tendría dos más y uno más el Bloque Nacionalista
Galego (BNG). Está claro, que esos votos minoritarios, muchas veces testimonio
de la indignación contra los partidos mayoritarios, terminan beneficiándolos.
Como votar en blanco, que al elevar el número de votos necesarios para alcanzar
el listón electoral del 3 %, deja también fuera a más minoritarios.
También he probado a ver qué
resultado se hubiese obtenido si esos dos grupos, AGE y BNG, a la izquierda del
Partido Socialista, se hubiesen presentado juntos. Es lo que empezó a
negociarse, abierto a otras formaciones, como embrión de lo que será en el resto del Estado, ya lo verán,
una nueva alternativa radical de izquierdas. Obteniendo, sólo ellos dos, un
total de 345.490 votos. El Parlamento gallego hubiese quedado (falseado también
por la abstención que nunca contabiliza y la propia D´Hondt) con 38 escaños del Partido Popular, 20
escaños la coalición AGE-BNG y 17 escaños el Partido Socialista.
Esta especie de política ficción
creo que indica lo que unos deberían corregir y otros unificar. Unos no lo harán. Y otros
no lo harán del todo. Porque lo verdaderamente importante es recuperar el respeto de quienes se sienten fuera de esa política de falsa representación.
Con más democracia directa, nada menos. Pero eso no les conviene a las cuentas de quienes diseñaron este sistema. Que ya
sólo entiende de balances y de cuentas pendientes.
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